viernes, 25 de diciembre de 2015

CRÓNICA ULTRAMARATÓN LOTERÍA 2015: DISFRUTANDO EL SUFRIMIENTO

Sábado, 19/12/15, 7:00 h.
IV ULTRAMARATÓN LOTERIA 2015
Distancia: 71 km (Betanzos - Santiago)
Dificultad: media
Inscripción: 10 euros
Tiempo: 9 h (7h 30' tiempo real)
Avituallamientos: agua, isotónicos, fruta, pasteles, sandwiches...
Puntuación: 10/10
Repetiría: SI


Increíble. Cuando pensaba que no se podía hacer mejor que el Trail de Aranga, me planto a la semana siguiente en otra carrera solidaria, esta vez en la Ultramaratón solidaria de los bomberos de Betanzos, organizada por 4º año y que tiene un recorrido ciertamente sólo apto para valientes: recorrer la distancia que separa Betanzos (más concretamente desde el parque de Bomberos) hasta Santiago de Compostela por el camino de Santiago. Vamos, un paseo. Aunque lo verdaderamente importante son las razones que rodean a esta prueba, no competitiva: recaudar alimentos para los más necesitados y reunir a un grupo de amigos con una afición común: disfrutar corriendo por los montes. Objetivo conseguido.

5:30 h. "Jose, no estás bien"... ¡madrugón y aún encima es sin competir! Mientras anoto cita con el psicólogo para la semana que viene, me visto y desayuno lo más rápido que puedo para estar en el Parque de Bomberos a las 6:15 h., hora fijada por los organizadores para ultimar detalles y comenzar la aventura. Me bajo del coche y casi quedo tieso. Qué frío. Al menos no llueve. Llevo la comida solidaria (¡qué montón de bolsas hay!) y voy a dejar las mochilas de apoyo al furgón. Mientras, oteo buscando caras conocidas. Por un lado están los del Nosportlimit, como siempre un buen grupo y también están los del Sada, en donde algunos han comenzado el reto desde Ferrol saliendo a la 1 de la mañana... ¡vaya animales! Me duelen las piernas sólo de pensarlo. Y hablando de animales...
Aparece por allí Joserra, que acaba de hacer un Ironman hace unos días... vaya crack. Hablo un rato con todos, nos reúnen para contarnos el recorrido, los avituallamientos... hacemos unas fotos y tras una cuenta atrás impactante en plena noche y con las sirenas a todo volumen, salimos sobre 60 valientes (sin contar varios ciclistas de apoyo, entre ellos uno de mis alumnos) hacia la capital gallega con muchas ganas. Frontales a tope! A tope por decir algo, porque el mío del Lidl no me alumbra ni los pies, así que me pego a alguno que parece que lleva las largas del coche... ¡me lo pido por Reyes! Primeros kilómetros en plena noche, contando batallitas y con cuidado de no torcer un tobillo en los pocos desniveles que nos encontramos. Una hora después llegamos al primer avituallamiento, vaya festín tienen allí montado. ¿quién me mandaría desayunar? La pena de haber ido sólo es que no tienes un compañero fijo a quién 
contarle las batallitas, pero "la soledad" (entre 60 corredores) de correr por la noche no tiene precio. 10 minutos después salimos del avituallamiento y me uno a un pequeño grupito, a partir de aquí es "ritmo libre", aunque la idea es ir todos más o menos juntos. Todavía necesitamos frontal, al día le cuesta salir.No es hasta el avituallamiento de Vilacoba, en una subida importante, cuando nos despedimos de las luces y tras una breve parada iniciamos la parte más dura del recorrido, con varios kilómetros picando para arriba. Por el momento, las piernas responden, llevamos apenas 20 km y esto "acaba de empezar". En plena subida me encuentro a Joserra hablando con Blas (uno de los organizadores de Aranga que ha venido de "bici-escoba" y nos da unos consejos cojonudos) y me uno a ellos. Casi sin quererlo hago un dúo con Joserra y entre conversación y conversación aumentamos el ritmo y vamos pasando gente. Sin comerlo ni beberlo, llegamos al avituallamiento de Vizoño y cazamos a la cabeza de carrera.
Mientras tomamos algo los 4 primeros arrancan y en breve lo hacemos nosotros detrás. Ahora nos esperan unos cuántos kilómetros de rectas interminables y llanas y nos unimos a los primeros formando un sexteto interesante, con un crack ilustre como Fernando Cancelo que se ha animado a participar en esta prueba. Miro el reloj y vamos a 4'30"/km, por detrás no viene nadie y llegamos a Bruma (30 km) a las 10 con un ritmo de carrera de montaña y con los bomberos diciendo que aflojemos un poco, una constante de aquí al final. 5 minutos y de nuevo al lío; Joserra y yo nos mantenemos a cola de pelotón, mientras por delante van tirando un señor que conozco de las populares y un chico delgado que no levanta apenas los pies del suelo, me imagino que en breve cederá a este ritmo. No cede nadie y justo antes del avituallamiento de Ardemil (35 km aproximadamente) hay un pequeño acelerón y Fernando (que va sufriendo de tibiales) y otro chico deciden aflojar un poco el ritmo; pero el chico, que descubro que se llama Álvaro sigue tirando y el señor también cede, quedándonos un trío en cabeza que llegamos en solitario a Buscás (casi 40 km) tras 4 horas. Increíble, las piernas responden, estoy en "mi récord de kilómetros" y a partir de aquí la respuesta de mis músculos es una incógnita. El coche de apoyo nos vuelve a pedir que aflojemos. Ya me gustaría.
Mis 2 compañeros de aventuras tienen el punto de encuentro de Tambre entre ceja y ceja y no están dispuestos a bajar el ritmo. ¿Por qué habré dejado la compañía de los chicos de Sada? Sólo se me ocurre a mí liarme con Joserra, que hace unos días completó un Ironman durísimo y se planta aquí a destrozar el crono... de otra pasta. Así que seguimos conociéndonos mientras devoramos kilómetros y es Álvaro, el chico que pensé que iba a levantar el pie, el que me lleva "en el límite de mi zona de confort". En una mañana con un tiempo espectacular llegamos a Sigüeiro a las 12 de la mañana (ritmo de 10 km/h) y después de perdernos durante 5 minutos por el pueblo y hacer 500 metros de regalo llegamos a uno de los últimos avituallamientos entre el aplauso de los organizadores, que nos dicen que llevamos 50 minutos de
adelanto sobre el mejor horario previsto y sobre los primeros de el año pasado. Vaya burrada. Les digo a mis compis de fatigas que esperemos un poco mientras me como medio sandwich, pero ni por esas. Quieren llegar a Tambre lo más rápido posible, así que iniciamos la subida comiendo y volvemos a darle cera. Pasado el km 50 mis piernas empiezan a flaquear, les cuesta mantener el ritmo. Joserra y Álvaro van cómodos y aflojan un poco para ir los 3 juntos. Las bicis que nos acompañan todo el rato (mi alumno Martín, que hace algunos tramos, y su padre) se han quedado un poco y en un pequeño despiste nos perdemos. Llevamos 1 km y no vemos señales. Nos paramos a decidir qué hacer, las piernas ya no están para regalos de última hora. Volvemos para atrás y no encontramos el camino. Mis compis se enfadan y les convenzo para seguir retrocediendo. Media hora después del error, vemos a lo lejos cómo 
cabeza de carrera gira en una señal que no vimos y me relajo. Me imagino que mis acompañantes se conformarán con llevar su ritmo y unirnos al grupo. Nada más lejos de la realidad. A fuego. Pero aquí mi cabeza se pone de acuerdo con mis piernas, que ya van pidiendo papas tras casi 55 km y les digo que tiren, que yo ya me buscaré la vida. 200 metros después los pierdo de vista y marco ritmo de maratón. 2 kilómetros después, justo antes del último avituallamiento (kilómetro 55) cojo al grupo numeroso del Nosportlimit y me dicen que Joserra y Álvaro les han pasado como aviones...jajaja, vaya 2 cabras. Yo ya estoy a otra guerra y me quedo "en la manada". Arrancamos para el penúltimo tramo de 9 km hasta el Tambre y reviso "los daños". Buff, voy en reserva, las piernas van muy justitas y me cuesta mantener la velocidad del grupo.
Empiezo a sufrir en silencio y sobre el km 60 el grupo se aleja y me quedo con un chico que va como yo y nos conocemos un poco más. Es otro jabato y me cuenta que está preparando un Ultraman en Mëjico para finales de año... ¿pero dónde me he metido? Y así, hablando un poco de todo, conseguimos llegar bastante al límite al polígono de Tambre (km 65, en mi caso 68 con los 3 de regalo) en donde hay unos 15 corredores, entre ellos Joserra y Álvaro, que han llegado de primeros terminando el último kilómetro a 3'50"... sin comentarios, menos mal que me quedé antes!! Comemos un poco, charlamos y nos toca esperar cerca de 45 minutos hasta que llegan los últimos. Aún encima, el bar está cerrado y no puedo "aligerar peso". Pasadas las 3 de la tarde, iniciamos el show de "Chiquito de la Calzada", últimos 5 km y pico hasta Santiago todos juntos. Las piernas no responden. Vamos todos pisando huevos y por suerte no hay casi cuestas. Álvaro también va en reserva y nos quedamos a cola de pelotón, menos mal que se van haciendo paraditas para reunificar porque aún hay alguno que va peor. Último esfuerzo. Entramos en 
Santiago y se empieza a poner la piel de gallina. A 200 metros de la Catedral, uno de los "locos del Sada" que han salido de Ferrol, Felipe, empieza a animar el ambiente y entramos en la zona de la Catedral entre cánticos y fotos de los japoneses, que no saben de dónde han salido estos 60 corredores en plena plaza del Obradoiro. Y, por fin, sobre las 4 de la tarde llegamos al objetivo, entramos en la plaza entre los aplausos de los voluntarios y los gritos de felicidad. Reto conseguido y nos abrazamos todos de alegría. Vaya aventura. Unas cuántas fotos (pena que la Catedral esté en obras) y ya con dificultades para andar con normalidad nos vamos a darnos una buena duchita (de regalo unos 15' de andaina hasta el estadio, casi tengo que pillar un taxi, jajaja) y cogemos el bus de regreso a casa con Joserra de acompañante contándome sus últimos kilómetros con Álvaro, que lo sacó de punto justo al final de todo. Y me lo dice el que acaba de hacer un Ironman y se calza casi 75 km a ritmo de vértigo. Un tío especial este Joserra, de esos que dejan huella. Un placer compartir kilómetros con él. De nuevo en el parque de Bomberos, nos espera la última sorpresa... ¡vaya comilona nos tenían montada! Empanada, tortilla, croquetas, calamares... ¿y todo esto por 10 euros? ¡Quiero la hoja de reclamaciones! Esto debería costar mucho más, qué afortunados somos y qué suerte haber podido pasar un día tan grande con tan buena gente y en una carrera tan bien organizada (un 10 para los bomberos, vaya cracks), juntando un montón de comida para los más necesitados. Y con las primeras gotas del día me subo al coche con una pequeña sonrisa y pensando ya en la Ultramaratón del año que viene... ¡hasta la próxima!

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