lunes, 18 de mayo de 2015

89ª COMPETICIÓN: 101 PEREGRINOS (BTT): UNA Y NO MÁS, SANTO TOMÁS

Sábado, 2/5/15, 8:30 h.
101 PEREGRINOS
Lugar: Ponferrada (Polideportivo El Toralín)
Distancia: 101 km (en BTT)
Dificultad: media - alta
Desnivel positivo: 3500 metros
Inscripción: 40 euros
Tiempo: 8h 24' 28"
Tiempo del 1º: 4h 49' 17" (- 3h 35' 11")
Puesto: 500 de 1500
Avituallamientos intermedios: agua, aquarius, barritas, sandwiches, jamón...
Avituallamiento final: cerveza, pizza (con suerte)
Trayecto desde Betanzos: 1h 45' - 187 km
Puntuación: 7/10
Repetiría: NO (quizás en la modalidad de Carrera a pie)
CLASIFICACIÓN
Sí, sí, habéis leído bien. Todas las referencias que hago son a la modalidad de BTT, no de duatlón que es a la que iba a participar. Y es que la que se montó este año con el du es para flipar.Yo, que fui a "pasarlo bien" y a disfrutar del ambiente, no me lo tomé tan mal. Pero la gente que gastó su tiempo, esfuerzo y dinero (amén de planificaciones de temporada) en competir en la prueba fue un verdadero marrón. Sin querer hacer leña del árbol caído... el resumen es que unos vecinos que no querían que la carrera pasase por allí pintaron otras flechas en el suelo y los primeros clasificados del duatlón se perdieron en la carrera a pie, volviendo a la transición y suspendiéndose la carrera; eso sí, el circo que allí se montó con la total desinformación fue tremendo. Para mí, además de un sabotaje, fue un poco chapuza de la organización, porque ni los voluntarios sabían cuáles eran las flechas, en la T1 no había nadie, ni control de chip (que sí había en muchos otros puntos) ni nada. Pero bueno, empecemos por el principio y enlacemos con esta situación.
2 de Mayo de 2015. 6:30 h. Buena señal. Me despierto antes de que suene la alarma y me ha costado dormir. Síntomas inequívocos de que estoy en uno de esos que denomino "día grande". Muchos meses esperando para participar en una de esas carreras de las que te acuerdas para siempre.
Además, la modalidad de duatlón (mezcla de btt + trail) iba a ser una pasada, seguro. Desayuno rápido, repaso todo y doy un paseo en bici hasta el pabellón para calentar, a 5 minutos del hotel. No llueve, empezamos bien, pues las previsiones no son muy halagüeñas. Mientras Patri aparca me preparo, dejo la mochila del duatlón para que me la lleven a la zona de transición y nos vamos para la salida junto a Roberto Cid, un compi del club que también participaba en duatlón. También estaba Juan (el de la foto), otro del club y también participante en el duatlón, con el que estuve el día anterior recogiendo los dorsales y comprobando los chips, lo que ya te metía en el ambiente al escuchar en el ordenador tu nombre y categoría. Entramos al campo de fútbol y ya había unas 1000 personas por delante, ambientazo. Pena del cielo que amenazaba lluvia, aunque finalmente sólo cayeron unas gotas al principio. Un par de fotos, me despido de Patri hasta quién sabe cuándo y me quedo con Rober esperando la salida. Unos 15 minutos más tarde salen los primeros y 5 minutos después nosotros. Comienza el reto. Como no tengo pensado ir "a fuego" me acoplo a Rober y vamos de charleta los 2 primeros kilómetros por el centro de Ponferrada. La salida, para mí, es uno de los fallos graves de la organización. No es normal que en una prueba con distintas modalidades no haya salidas por

tiempos, modalidad o por lo que se quieran inventar. No sería complicado y se evitarían muchos riesgos. Como por ejemplo ver a ciclistas por las aceras llenas de gente o adelantando como locos por recuperar posiciones. Y es que si querías salir de los primeros tenías que estar 1 hora antes en la salida. En fin, creo que es un aspecto a mejorar. Ya en el km 3 cambiamos el asfalto y pisamos zona de tierra. Eso sí, rodeados de gente, aquello parece una manifestación. Y yo, el más listo de la clase. Hay un charco, intento esquivarlo por el lado que no es, me patina la rueda y... 1ª caída. Empiezo bien. Por suerte no me hago daño y sigo sin mayores complicaciones. Eso sí, con el sexto sentido ya activado. Vamos en dos filas en paralelo, imposible adelantar ni ser 
adelantado. De esta forma llegamos a los primeros repechos que salvamos sin demasiadas dificultades, aunque con un ritmo de paseo matutino. Imposible que alguien que quiera competir esté por estos lares, los primeros ya nos deben sacar más de 15 minutos. Sobre el km. 7 primera parada. Llegamos a una cuesta con algo de barro, meto plato pequeño pero si se para uno... paramos todos. Así que en fila "de a 1" y a tirar de la bici, que mi querida Rockrider (la única que vi, rodeada de Specialized, Scott...) pesa poco... Llegamos arriba y vuelta a montar. Y claro, después de una subidita llega lo divertido (activado modo irónico), la bajada. La gente dando pedales y yo frenando y mirando hacia atrás para que no me comiera ninguno. Y esto a cola de pelotón. Termina la bajada, llaneo y otra vez a pasear con la bici porque alguien se ha bajado en la cuesta. En estos primeros kilómetros estoy más pendiente de no tropezar con la 
gente que de pedalear. Por culpa de esto me caigo 2 o 3 veces más pero sin consecuencias. Miro el reloj al paso por el avituallamiento de San Juan (km. 21) y llevo casi 2 horas... ¡esto va a ser eterno! La fila india, aunque parezca increíble, sigue desde el principio y estoy deseando ponerme a correr. Casi me duelen más los brazos que las piernas de empujar la bici en cada cuesta. Algún loco intenta adelantar entre tojos o por los surcos del medio, pero acaba cayendo y dándonos la razón a los que caminamos "porque no queda otra". Este creo que es otro fallo de la organización, demasiada gente para unos caminos por los que difícilmente caben más de 2 bicis. Así que tienes 2 opciones: o arriesgar y volar en la salida (poniéndote bajo el arco 1 hora antes) o ir en procesión cerca de 30 km intentando no chocar con nadie. En el km. 20, más o menos, me despido de Rober porque hay alguna subidilla y se va quedando. Me imagino que nos encontraremos en la transición de carrera, así que tiro. Sobre el km. 26, en una bajada rápida me abro a la izquierda para dejar pasar y no me da tiempo a esquivar el surco que había delante... ¡tortazo! Este sí que fue bueno, hasta me cayó la bolsa con los recambios y... ¡se me torció el sillín! Le digo a la gente que estoy bien e intento moverlo. Nada. Decido probar a sentarme y es imposible, está en horizontal. Como soy un negado del 
"bricolaje ciclista" intento seguir pedaleando de pie hasta un avituallamiento donde me lo puedan arreglar, pero ni de broma. Así que me paro, pienso y con un simple giro de tuerca vuelvo a colocar el sillín en su sitio. Aprendiendo a base de golpes. Todo contento como si hubiera hecho una hazaña, pongo el intermitente para incorporarme al carril de la autopista detrás de un grupo de 10 o 12 que bajan como balas. Y después de casi 3 horas de suplicio en pelotón, con 4 o 5 caídas, subidas con la bici a cuestas, bajadas normalitas pero para mí técnicas y peligrosas con tanta gente y deseando dejar la bici llego a las médulas (km 32), zona de transición. Al llegar, veo bastante gente parada, qué raro. Dejo la bici en mi sitio y uno me dice que se suspendió la prueba. Sonrío pensando que es una broma y otro me dice que es verdad. Ya no sonrío y me encuentro a David, un chico que conocí en un trail, de los que se 
juegan el podium y está allí parado con cara de pocos amigos, diciendo que el recorrido del trail está mal marcado y que abandona la prueba. Flipando en colores, busco a alguien de la organización pero allí sólo están los del avituallamiento que no tienen ni idea. Sigo hablando con la gente y unos abandonan, otros intentan hacer el duatlón (a pesar que los primeros se han perdido después de varios kilómetros corriendo), otros siguen con la bici... mientras recopilo información y decido qué hacer, llamo a Patri para contarle la aventura, hago un vídeo con la cámara, me saco unas fotos, saco las zapas, las vuelvo a meter... hasta que después de 20-25 minutos vuelvo a colocar todo, dejo allí la mochila (rezando para que me la lleven a meta cuando termine) y me subo a la bici con la idea de hacer los 101 km a pedales. Ya que estoy aquí, por lo menos vivir la experiencia, aunque prefería seguir corriendo. Como Rober no da llegado pongo "modo autista" y, un poco fastidiado y sin entender nada (ni organización, ni control de chip, sin saber qué hacer con la mochila...) salgo dando pedales de la zona de transición y rezando para que a partir de ahora no haya tanta gente. Por ahora, a pesar de las caídas, me encuentro bastante entero y aunque el recorrido es bastante rompepiernas voy animado. La bici responde y los siguientes kilómetros son un calco de los anteriores pero con menos gente. Subidas a ritmo o a pie, dependiendo de si se paran delante o no y bajadas con la cabeza mirando hacia atrás y las manos doliéndome de frenar. Y es que tardo casi 40 
kilómetros en confirmar que la bici de montaña no es (ni será) lo mío. Soy incapaz de bajar a esas velocidades por zonas embarradas, con piedras y jugándome un buen trastazo a cada segundo. De todas formas, intento disfrutar lo que puedo y me lo tomo como "un buen entreno". De vez en cuando me pongo a hablar con alguno que lleva el maillot de un club conocido, como el Nosportlimit o los Caimanes de Betanzos. Pero la carrera es muy larga y hay momentos en los que me encuentro muy sólo. Al principio lo agradeces, después de muchos kilómetros "a rueda", pero yo soy más de hablar e ir en equipo que sufriendo en soledad. Y 3 horas y media después de la salida llego al Puente de Domingo Flórez (sobre el km. 45), a una especie de macrobotellón. No sé si me he equivocado pero aquello no parece una prueba ciclista. Gente de charla, tomando sandwich, sentados... ¡pero más de 100! Y como soy novato en esto, y a pesar de haberme tomado un gel unos minutos antes, pues decido comerme un sandwich para lo que se me viene encima. Bebo un poco y arranco, echando la vista atrás y dándome cuenta que estoy en algo más que una carrera. Sigo por caminos de tierra, pistas con buen piso aunque hay unas cuántas zonas con barro, algunas bajadas largas y con mucha piedra y subidas de meter platillo e ir a ritmo. Veo unas cuántas caídas pero es que la gente está muy loca, o no ven el peligro o les da igual. Entreteniéndome con los datos del gps, levanto la 
vista y veo una pared cerca del km. 50. Buff, ni de broma. Así que nada más empezarla echo el pie a tierra y a remolcar la bici. Más de 500 metros pasito a pasito al menos, eso sí, en compañía. Aquí empiezan a temblarme las piernas, pero responden. Llego a Yeres (km 53) después de 4h 40' y también hay bastante gente. Tienen problemas con la lectura de chips así que aprovecho para beber y tomarme medio plátano, me va a hacer falta. Arranco otra vez dudando si llegaré con la luz del día. Porque en este momento inicio la ascensión hasta el Ferradillo, más de 20 km según el perfil hasta llegar a coronar la cima. Y, por desgracia, no se equivocaba. La pista, en la mayoría de las zonas, es bastante ancha con sitio para adelantar, pero es que la subida no termina nunca. Las vistas, eso sí, son impresionantes y a 8 km/h te da tiempo hasta a dibujarlas. Durante los 90 minutos que me paso subiendo a ritmo e intentando llegar a la antena que parece más lejos después de cada 
curva, adelanto a más de 200 ciclistas, los kilómetros van pasando facturas y se nota que soy más de subidas que de bajadas. Con todo metido, sin bebidas y hasta las narices de subir, llego al avituallamiento de Ferradillo (km 71) después de 6h y media cansado de subir, vaya suplicio. Allí me encuentro a un par de conocidos que me dicen que aún quedan 8 o 9 km de subida. Pienso en hacerme un hara-kiri pero cojo la opción de comerme otro medio plátano y seguir. Aún encima, la pista se estrecha y aumenta el desnivel, por si no nos llegaba el que había. Las piernas ya no responden tan bien y en algunos momentos tengo que pedalear de pie, aunque me patina la rueda. Eso sí, ya no hay aglomeraciones y, aunque siempre vas con alguien cerca, vamos sufriendo en silencio porque es imposible que después de 2 horas subiendo (y lo que queda) tengas ganas de hablar. No tengo ni idea de dónde irán Rober y Juan, pero lo único que quiero es llegar, la diversión acabó hace rato y lo que queda es un reto en toda regla. Acaba la subida e inicio la bajada, de las que me gustan a mí, con zonas rápidas para abrirse la cabeza y otras más lentas con piedras gigantes, zonas de barro, zanjas... vamos, en mi salsa. Y después de varios km bajando aún más lento que subiendo, poniendo el pie a tierra más de 100 veces y con los intermitentes puestos durante todo el tramo, como si fuese un espejismo, las ruedas me conducen hasta el imponente "castillo de Cornatel", se acabó la 
etapa de montaña. Pero, iluso de mí, aunque creía que había dejado ya atrás los 3500 metros de desnivel positivo y que los poco más de 20 km que quedaban serían un paseo, me encontré todo lo contrario. Creo que no hubo más de 300 metros llanos hasta Ponferrada. Desde el castillo el recorrido transcurre por pueblos y pistas, pero con subidas duras, repechos y bajadas rápidas, con pista ancha, pero que cualquier despiste te "alegra el día". Además, entra en escena el calorcito con unos rayos de sol asomando y no me quiero ni imaginar cómo sería la prueba con calor o lluvia... ¡no llego de día ni de broma! Felicitándome por la buena suerte en cuánto al tiempo, vuelvo a levantarme para salvar otra cuesta y adelantar de nuevo a los que me pasaron en la bajada, una constante en toda la ruta. A falta de 10 km llamo a Patri y le digo que me quedará sobre una hora (al final fue hora y media) y, aunque voy sin líquidos, no tengo ni ganas de parar en los avituallamientos 
a rellenar. Bebo un poco de agua, me como un pastelito de un bocado y sigo. Otra cuesta. Llaneo por el monte, bajada a 50 km/h y... otra cuesta. De repente la bici empieza a hacer ruido. Un milagro lo que había aguantado sin quejarse. La sensación que me da es que se va a romper la cadena. Lo que me faltaba con todo lo que llevo. Aunque no sería raro con todo el barro y suciedad que lleva encima. Cruzo los dedos y voy con tantas ganas de llegar que me salto uno de los últimos avituallamientos que tenía unas bandejas de jamón serrano que quitaban el sentido. Pero ya no voy de humor y prefiero cruzar la meta y bajarme de la bici... ¿de verdad hay gente que hace esto en 5 horas? ¡Vaya cracks! Los últimos 10 km han sido interminables, no acababan nunca y en algunas subidas tuve que poner el pie a tierra con las piernas pidiendo papas. Pero como "todo lo bueno se acaba", y después de una bajada rapidísima 
en dónde salvo una caída de las de abrirme la cabeza con un derrape (que no había hecho en mi vida) clavando los frenos, veo a lo lejos uno de los edificios altos de Ponferrada y casi me cae una lágrima de la emoción. Hasta aumento el ritmo pensando que voy a llegar antes. Me dura 10 segundos. Vuelvo a relajarme y a pensar ya en la ducha (aunque sea con agua fría), en una buena cena, en la medalla... pero el ruido que hace la cadena no me permite relajarme e intento pedalear suave para que el sueño no se convierta en pesadilla. Entro en Ponferrada, último kilómetro al borde del río por un tramo llano de tierra en el que me encuentro a Jose Ramón, un compi del Nosportlimit que también participó y charlamos un rato hasta que a falta de 500 metros decido coger un poco de ventaja para grabar los últimos instantes con la GoPro. Con una alegría inmensa y mucho sufrimiento cruzo el arco de meta con el reloj eh 8h 24' 28", alrededor del puesto 500, aunque no lo sé seguro porque los del duatlón no estamos incluidos en ninguna clasificación (mi compi Juan la hizo en 6 horas, aunque él hizo los 80 km del duatlón y 5 o 6 km del trail que se suspendió y Rober hizo lo mismo que yo en 11 h 30'). Para mi asombro el único avituallamiento final que veo es cerveza (no me gusta); ni agua, ni barritas, ni nada; también había pizzas, pero no quedan hasta que traigan más. Sin más comentarios. Me bajo de la bici, busco a Patri y no la veo. Qué raro. La llamo y está 
de compras, no pensaba que iba a llegar "tan rápido"... ¡si para mí fue eterno! Así que mientras no viene aprovecho para grabar unos vídeos, fotos 
y... ponerme a la cola para lavar la bici, que también se lo merece. Mientras espero llega y tardamos más de 30 minutos en dejar limpia la montura. Después, eso sí, llegó la recompensa. Pizza y ducha... ¡caliente! Recojo la medalla con el tiempo realizado, hablo un rato con algunos compis y de vuelta para casa pensando ya en lo que me espera el día 23 en "El Soplao". Pero antes toca estrenarse en el tri de Baiona... ¡esto no para! ¡nos vemos en la próxima!
 - El ambiente: con tanta gente es, sencillamente, espectacular
- El recorrido: duro pero la zona de las Médulas es impresionante
- Aparcamiento y duchas (¡con agua caliente!) pegados a la salida / meta
- Sin muchas colas para recoger el dorsal (te lo envían unos días antes a casa pagando un poco más)
- Avituallamientos intermedios de 10
- Descontrol total con la prueba de duatlón (sin organización, control de chip...)
- Sin cajones en la salida (muy peligroso y algo estresante)
- Avituallamiento final muy pobre, sobre todo comparado con el resto
- Página web muy pobre y complicada (al igual que la oferta hotelera)
- Sin programa para acompañantes (a pesar de estar anunciado)
- Sin bridas para poner el dorsal en la bici (si no me la deja un chico tengo que salir sin él, los de la organización "no tenían", sin comentarios).


En resumen: una gran prueba pero que, a mi modesto entender, con la ilusión de hacerla "a lo grande" para mucha gente, pierde su encanto, orden y control de la misma. La prueba en sí, la zona, el ambiente... en general todo está muy bien. Pero cuando quieres meter a miles de personas, con muchas modalidades y demás se te puede escapar de las manos; esa fue la sensación que me dio, con los organizadores de un lado para otro y que cuando les pedí una brida que no me habían dado con el dorsal me dijeron que no tenían; es un detalle insignificante, pero a la hora de dejar las mochilas del duatlón también a carreras, en la transición de la bici mejor ni os cuento, en el avituallamiento final con las pizzas fue un descontrol con todo el mundo cogiendo trozos, sin hablar de la tensión en la salida por ganar posiciones y los más de 20 kilómetros que haces "en caravana" si sales de la mitad hacia atrás. Así que yo creo que es una gran prueba con 1000 participantes como máximo; creo que más ni la disfrutan ellos ni nosotros. Espero volver otro año para participar en la modalidad de carrera a pie y llevarme una mejor impresión.


 VÍDEO DE LA PRUEBA:

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